
-Sabes cuánto le queda al número 26?- preguntó la chica tímidamente
-No lo sé. Igualmente no me importa esperar, aunque no sepa a que hora pasa el autobús. Sé que voy a tener que esperar lo mismo lo sepa o no- respondió el joven volviendo a abstraerse.
-Sé nota que eres joven y puedes perder el tiempo, ya llegarás a mi edad
-¿Qué edad tienes?
-Tengo veinticinco, mañana cumplo veintiséis
-Solo tienes 3 años más que yo, ¿Y el joven soy yo?
-Con tu edad todos queréis lo mismo, pensáis que sabéis todo, pero no sabéis nada. Ya te dará hostias la vida.
-La madurez no la da la edad, la dan las experiencias. ¿Qué pasa que si no tengo cierta edad no puedo ser maduro?- respondió el joven quitándose los cascos, aunque no tenían música.
-El momento crucial de mi vida fue con tu edad. Necesitaba que alguien me hubiese avisado de lo que me venía encima, que el tiempo pasaría tan rápido que no me daría tiempo a tener todo lo que se suponía que ya tenía que haber hecho ya.
-¿Mi edad?- preguntó el joven sorprendido de que una desconocida se pusiera a contarle su vida.
-Si me lo hubieran dicho a mí, quizás no tendría que coger este autobús ahora.
-¿Insinúas que tengo que irme andando a mi casa?- volvió a preguntar el joven extrañado
-La decisión es tuya, pero ten en cuenta que lo que decidas ahora no podrás cambiarlo en el futuro, ni a mi edad.
-Un momento. Si dices que alguien te lo tenía que haber dicho y ahora te vas a subir en ese autobús. ¿Entonces da igual que te lo digan o no?
-Somos dos personas diferentes, en edades diferentes, no nos subimos al mismo autobús. Yo nunca podré subirme en el tuyo ni tú en el mío.
El chaval intentó buscar distracción en las farolas de la calle, pues no entendía nada de lo que le comentaba aquella mujer, aunque solo le diferenciaban unos años. Al fondo vio como llegaba el autobús que estaban esperando.
-Ahí llega. Gracias por la charla, pero no me apetece mojarme esta noche.
-Los 23 años son cruciales. Vives en una nube, eres feliz, lo tienes todo, pero de repente te das cuenta de lo que es la vida. Piénsalo, no pierdas el tiempo, tu puedes hacerlo.
-¡Oye un momento!- exclamó el chico al ver que la mujer renunciaba al bus y seguía a pié.
-Dime
-¿Por qué no lo coges?
-Si no lo cogí hace 3 años, ahora no va a cambiar nada.
Por un momento el chico tuvo un dilema. No sabía si volver a casa andando o coger el autobús. Aunque en ningún momento esa mujer dijo nada coherente para él, apreciaba sus consejos, pues tenía más experiencia. En ese intervalo de tiempo, mientras pensaba, ella desapareció entre la lluvia y la noche.

-¿Subes?- preguntó el conductor, antes de cerrar la puerta.
-¿Qué hago?- pensó el chico mientras el autobús esperaba a ver si subía.
Por un momento el chico, que había sido siempre decidido y no había tenido dudas de ninguna decisión en su vida, no sabía qué hacer. El autobús se cansó de esperar y siguió su ruta.
